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UNA DEMOCRACIA INCLENQUE


UNA DEMOCRACIA INCLENQUE

El debate de las reformas constitucionales, en el sector justica, ha vuelto a poner en evidencia la división histórica de la sociedad guatemalteca, al menos en tres grupos: los que quieren que no se cambie nada, los que quieren reformas, y los que buscan una nueva constitución. El sector económico tradicional, busca que las cosas queden como están; los reformistas, buscan lavarle la cara a las instituciones y que la población vuelva a creer en ellas, ya que están desgastadas por toda la corrupción encontrada por la CICIG y el MP; mientras la mayoría de la población, principalmente indígena, busca la creación de un estado inclusivo, sin discriminación y sin racismo.

El informe nacional de desarrollo humano 2015/2016 del programa de las naciones unidas para el desarrollo, concluye que el debilitamiento del estado, tiene sus orígenes en el nacimiento del sistema democrático en Guatemala. La democratización del país se impulsa desde el estado contrainsurgente (1960/1985), haciéndolo permeable a la cooptación, corrupción, influencias sectoriales y a la mercantilización, degradándose la función pública y produciendo los efectos que actualmente vemos.

Mientras el politicólogo Oscar Argueta, en su tesis “Una aproximación desde la ciencia política al funcionamiento de la institucionalidad politico electoral de Guatemala” dice, que la implantación del estado democrático, no fue producto de la lucha de fuerzas sociales en el país, más bien fue una concesión dada desde la élite gobernante que se vio en la necesidad de pasar el poder a manos de civiles.

Si el PNUD y Argueta, están en lo correcto, la mayoría de la población deberíamos estar en el tercer grupo. Lo que empieza mal, termina mal, decían las abuelitas. Y no se pone remiendo nuevo en vestido viejo, porque el remiendo nuevo rompe la tela vieja y se echa a perder todo el vestido, dijo Jesús de Nazaret. No es reformando la constitución como se van a resolver los problemas que nos aquejan (la ausencia de servicios básicos, el descontento con autoridades gubernamentales, los reclamos territoriales y el rechazo a proyectos que afectan el medio ambiente), necesitamos un nuevo pacto social, un estado donde quepamos todos, mayas, garífunas, xincas y ladinos; hombres y mujeres. Donde todos tengamos las mismas oportunidades, donde la ley y las oportunidades de desarrollo, lleguen a todos sin excepción, porque todos somos guatemaltecos.

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